DEAR DIARY 6



“Hombre de 37 años tras el telón a punto de dar uno de los conciertos más importantes de su vida. El recinto está lleno, SOLD OUT”

CÍRCULO INFINITO O DOS RECTAS PARALELAS.


Érase una vez una semilla oculta bajo la tierra. Se sentía sola, pequeña y tenía miedo. Allí abajo todo estaba oscuro. Y así pasaron los días y las noches. Tan triste estaba que comenzó a llorar. Una mañana cualquiera una nube que pasaba por allí escuchó el llanto de la semilla y dejó caer su lluvia. Se quedó allí siete días y siete noches, regando aquella tierra seca. La semilla empezó a notar un extraño cambio en ella. Su cuerpo crecía y crecía y, al octavo día, al fin salió a la superficie y pudo contemplar todo lo que había a su alrededor, desde los inmensos astros del cielo hasta los más insignificantes insectos. Todo gracias a la perseverancia de aquella primera y única amiga, la nube. Los días transcurrieron y aquella masa condensada volvía cada mañana a jugar con su nueva amiga y a seguirla rociando, pudiendo observar juntas cómo cada día los pétalos de la planta se hacían más grandes y hermosos.

Otro día cualquiera, el dueño de aquel jardín se percató de que una flor sobresalía frente a las demás. Era la más alta y la más bella. Así que decidió traspasarla a una maceta y llevarla al salón de su casa. La planta se sintió curiosa ante tal cambio, pero todas sus preocupaciones desaparecieron cuando los amigos del dueño iban a la casa y elogiaban al vegetal. Día tras día, la flor se sentía más a gusto en su nuevo hogar. Todas aquellas palabras y alabanzas la hacían muy feliz.

La nube, por su parte, había estado allí cada día y cada noche al lado de la ventana, observando triste cómo ya no tenía cabida en aquel lugar donde ya nadie la necesitaba. Así que, se marchó a otros jardines a regar más flores y a jugar con nuevos descubrimientos que sí requiriesen de su aprecio.

Una mañana, Lorenzo desprendió más calor del normal y la tierra de la flor se secó. La planta  comenzó a sentirse mal, a ahogarse. Tiempo después, sus hojas y flores comenzaron a marchitarse, pues el dueño nunca la llegó a regar. Cuando su apariencia dejó de ser tan radiante, el hombre compró otra más hermosa (pues en su jardín no había vuelto a florecer ninguna flor) y la cambió por aquella tan decrépita, quien volvió al jardín, a una tierra seca sin nadie que hablase con ella. Cuando llegaron los amigos del dueño les llamó y les gritó pero ninguno la escuchó. Se fueron a elogiar a aquella otra planta tan bonita y novedosa. Entonces, se acordó de su amiga la nube pero no la encontró en el firmamento… La llamó y gritó y… apareció. Apareció reluciente a través del cielo y volvió a jugar con ella, como lo habían hecho siempre. La nube perdonó ese tiempo de soledad y volvió a regarla. La flor creció de nuevo, se hizo hermosa de nuevo y el dueño volvió a observar a aquella linda y gloriosa flor. Y…

***

La nube comprendió que muchas veces las palabras pueden decir nada o pueden decirlo todo, siempre y cuando los hechos las acompañen.

La flor entendió que los amigos de verdad son aquellos que te ayudan pero, sobre todo, saben escucharte. Son aquellos que perseveran y saben esperarte. Son aquellos que te dan libertad y el derecho a equivocarte. Son aquellos que, cuando estás perdido, saben encontrarte.


***

Esta historia aún no tiene un final. Esta historia puede ser un círculo infinito o transformarse en dos rectas paralelas… Elige tú el final.


ESE EXTRAÑO EN MI CAMA




Y todo comenzó como un amor inocente.  Lo fue construyendo, paciente. Y ahora no lo ve, está ausente. Se enamoró con miradas furtivas, con su aliento, que le daba vida. Y todo resultó ser una mentira.

Se desvaneció su cuento de hadas. Su mirada, antes cálida, dio paso a la escarcha. Cuando la miraba entonces, mariposas revoloteaban. Ahora, en cambio, tiemblan sus entrañas. Sometida bajo su dominio, no encuentra resquicio de lo que entonces fue un amigo, un aliado. Vivir se ha convertido en un martirio. ¿Hasta cuándo?

Atada está con cadenas a un amor que ya no le llena. En silencio se doblega a su condena. Ella era una mujer bella, ahora tan solo una sombra de lo que fue, de lo que era.