Aquí os traemos el blog Inkies y yo el recopilatorio de los relatos que nos habéis enviado. Son geniales. Gracias a todos por participar :)
La cita para este mes era:
"La escritura es un acto de autohipnosis".
Las cuatro después de medianoche, S. King.
RELATOS:
Aprieto su mano con la fuerza de la
desesperación. La lluvia interna nos moja y cada gota de agua se clava en mi
pecho, porque sé que es una despedida. Miro esos ojos que me han acompañado
durante tanto tiempo y veo los míos propios reflejados en ellos.
Yo, que he estado con ellos tanto
tiempo, que los he hecho reír, que los he hecho llorar, que he disfrutado de
cada parpadeo… yo, que los creé, me siento incapaz de saber qué siente ahora,
al pensar que no volverá a verme.
-Cuando cuente tres –dice-, despertarás
de este sueño que es mi historia. Uno…
-Ha sido un placer hacer este viaje
contigo.
Sonríe.
-Dos…
-Gracias por dejarme escribir este
sueño.
-Tres.
Y despierto, frente a la hoja llena de
letras en las que están dibujados aquellos ojos que ya no volveré a ver más. Es
una tristeza agridulce. Miró las últimas letras. Ya es tarde, ya he salido del
sueño. Ya se ha acabado su historia.
Sonrío al escuchar sus últimas
palabras en mi cabeza. Gracias a ti por
escribirla.
***
SOBREVIVE ESTE RETO
El reto de esta semana tenía días rondando en mi
cabeza y por alguna razón las palabras no lograban formar las frases que me
gustarían, siempre terminaban corriendo en el sentido contrario al que deseaba.
Supuse que no podía evitarlo, el romance era tan parte de mí, que incluso podía
sentirlo al saborear el café amargo que me acompañaba.
Había intentado por todos los medios, en una semana,
empaparme de un género que no disfrutaba de nada, pero había asumido el reto,
no iba a rendirme justo ahora. Las películas más terroríficas me provocaron
tantas pesadillas que, a este día, el nivel de cafeína en mi cuerpo era
directamente proporcional a mi falta de sueño. Temía cerrar los ojos y volver a
sentirme la protagonista de otra historia de horror.
Quedaban apenas unas horas para finalizar el periodo
de tiempo y yo debía escribir. Las ideas se habían acumulado. En mi cabeza no
había más que escenarios haciéndome temblar. Solo debía ponerlas en el archivo
Word que había abierto hace minutos y felizmente terminaría. Pero tantos
escenarios no eran buen recurso. Tantas posibilidades me estaban dificultando
el trabajo.
En un momento de frustración, patéticamente pensé
que lo que fuera estaría bien, solo debía cumplir el reto y ya estaba. Solo
debía escribir cualquier cosas y presumir que di mi mayor esfuerzo. Y me odié
por ello. Yo no era una escritora mediocre, o al menos es lo que me gustaba
pensar y, como castigo por haber aceptado que tal pensamiento surgiera, me
propuse escribir de lo que más miedo me daba. Los fantasmas. Aunque no
existieran en realidad.
Un alma penando en el nuevo departamento de mi
protagonista, esa fue la idea inicial. Un alma buscando saciar su sed de
sangre, queriendo eliminar a cuanta persona se atrevía a irrumpir en la escena
donde ella había muerto y ahora vagaba. La fantasma estaba molesta, y la nueva
inquilina era ruidosa. La música siempre sonaba, las luces no se apagaban ni
para dormir. Así que la estaba molestando bastante.
Mientras describía la tormentosa noche en que la
oscuridad debido a un apagón local apoyaba al espectro para alcanzar a la chica
que le robaba la poca paz que tenía, cada ruido en mi casa me hacía estremecer.
Maldije mi manía de meterme en el texto, en esa imperiosa necesidad de imaginar
sentir lo que sentían mis personajes para poder describir mejor las escenas, y
me quedé sin aire cuando azotaron la puerta.
Escribir me embobaba, cuando mis dedos comenzaban a
teclear el exterior solía desaparecer menudamente, sobre todo cuando las
escenas eran intensas. Entonces me olvidaba incluso de quién era yo para
convertirme en la chica asustada de que el fantasma se posara detrás de ella.
Mis cuerpo se puso rígido y mi respiración se hizo
pesada, estaba a punto de escribir la escena final, esa donde aún no decidía
que ocurriría, se lo dejaría a mis emociones, ellas trazarían la ruta, ellas
ayudarían a sobrevivir a la chica o le darían la victoria a un fantasma.
Tenía a mi protagonista contra la pared, con algunas
heridas en el cuerpo, sangrando levemente, pero temblando de pies a cabeza
mientras rezaba oraciones incompletas, olvidadas debido a tanto tiempo sin
decirlas, cuando algo pesado y sonoramente escandaloso cayó detrás de mí,
obligándome a volver a mi realidad y morir en ella por tremendo susto.
Mi hermana me había pedido un favor, uno que no
recuerdo si no escuché o me olvidé de él por ponerme a escribir y, en venganza,
se decidió a darme un susto de muerte. Pero yo no podía evitarlo, la escritura
es un acto de autohipnosis. Por eso siempre que me sentaba en ese rincón de mi
habitación, donde no había más que una blanca pared de fondo, me perdía del
mundo y de mí misma, y me transformaba en quien necesitaba ser para que una
fantástica historia ocurriera.
Al final mi protagonista murió, y no fue el fantasma
quien lo hizo, fue un infarto provocado por tanto miedo, después de todo ahora
tenía una buena referencia de cómo sería morir de un susto.
Autor:
Eréndida Alfaro
***
EL GENIO DORMIDO
“La escritura es un acto de autohipnósis.” Por esa
razón, tras meses de frustrados intentos de componer una novela, Roger decidió
hipnotizarse a sí mismo. Probó a hacerlo durante una hora, y el experimento
tuvo tanto éxito que a esta le siguieron muchas más, hasta que la autohipnósis
terminó por convertirse en un acto inevitable. Pasaron los meses y las palabras
continuaban fluyendo de él como un torrente imparable. Roger apenas comía ni
dormía, ya solo vivía para escribir. Con el paso del tiempo aquel ritmo de vida
comenzó a hacer mella en su salud, y llegó el fatídico día en que su médico le
dijo que debía parar o le costaría la vida.
Para entonces, Roger ya había publicado tres novelas
que le habían otorgado renombrada fama. Tras mucho cavilar llegó a la conclusión
de que con lo que ya tenía se daba por satisfecho, amén de que renunciar a la
autohipnósis no significaba renunciar a escribir por completo. De manera que
aquel día se fue a dormir sin poner en marcha su acostumbrado ritual. Sin
embargo, cuando despertó sintiéndose terriblemente cansado y descubrió un taco
de folios manuscritos sobre su escritorio comprendió que el genio que había
creado no estaba dispuesto a conformarse. Por más que Roger lo intentara
impedir, el genio dormido regresaba cada noche para continuar su tarea. Así
llegó un momento en que Roger ya no podía dormir. Decidió hacer del insomnio su
aliado y se sentó frente al escritorio, pluma en mano, dispuesto a escribir de
forma consciente por primera vez en mucho tiempo. Pensó que si demostraba al
genio que ya no le necesitaba, este desaparecería. No podía estar más errado.
Descubrió con horror que su genio dormido había aflorado en su mente como una
nueva personalidad, y consideró aquel intento fútil de deshacerse de él como un
reto.
Aquella noche hubo una frenética lucha que solo tuvo
lugar en el papel. La tinta corría a raudales y las palabras tornaban su
fiereza cada vez que Roger perdía la capacidad de controlar el movimiento de su
propia mano. Era como si la personalidad que él mismo había creado se hubiera
cansado de estar relegada a la inconsciencia y tratara de hacerse con el
control absoluto de su cuerpo. El agotamiento comenzó a hacer caer de su frente
gotas de sudor que emborronaban la tinta y a desbocar su corazón de una forma dolorosa,
como su quisiera hacer estallar el esternón y liberarse así de su cárcel de
hueso. Pero su mano seguía escribiendo, aun cuando la notaba adormecida y la
pluma parecía colgar lánguida entre sus dedos. Finalmente, desfalleció. Una
sonrisa siniestra se dibujó entonces en los labios de Roger: El genio había
ganado.
Autora: Irene Calle
***
FICCIÓN
El ogro
terminó de cortar el árbol, al lado del dragón que suspiraba nostálgico y de
cuando en cuando, una chispa se le escapaba de sus fosas nasales y acababan
teniendo más problemas que nunca para controlar el incendio que provocaba por
sus constantes suspiros. Necesitaban hacer algo con ello.
El
hombre de hojalata llegaba con los cubos de agua rápidamente desde el río. Sus
articulaciones oxidadas hacían ruido al caminar. Pero aquel hombre que llegaba
de visita de cuando en cuando, le había prometido llevarle un poco de aceite
aquella tarde. Y así lo hizo cuando lo vio aparecer en la colina con la mochila
llena de cosas. Le dio el bote con aceite y el pico dosificador para que él
mismo pudiera usarlo, sin necesidad de nadie más.
El
forastero después de entablar conversación durante un momento, motivó al dragón
a levantar vuelo montando en su espalda. Sólo necesitaba darle confianza y
hacerle de Cyrano ¿no? Él estaba dispuesto a que esos suspiros de pena acabaran
y escuchara sonidos más alegres por parte del dragón.
Una
sorpresa mayúscula encontró cuando el dragón le presentó al gran amor de su
vida: una muchacha humana. Iba a costar y mucho, pero apenas le perdiera el
miedo, se las ingeniaría para lograr algo entre ellos dos, lo importante de
momento, era que se hablaran y desde la grama alta, le susurraba las palabras
que debía decirle hasta que ya no le hizo falta, al sentirse cómodo, pudo
seguir por su cuenta.
Habiendo
logrado eso, comenzó a caminar de vuelta a su hogar. A su espalda quedaba la
puesta de sol, al frente, cruzando el umbral que dividía los dos mundos, estaba
la silla en su habitación, donde se sentaría a escribir todo lo que había visto
para su próxima novela. Porque él también era un escritor o quizás, sólo un
simple personaje de ficción.
Autora: Roxana B. Rodriguez
***
LA CHICA DE PELO ROJO
Sofía tendría que escribir todos los días, sí quería acabar ya su novela, pero no siempre las musas aparecían, si pudiese conocer más a la chica de pelo rojo... la veía siempre en la universidad, una chica con un largo pelo rojo, que era su inspiración para su última novela.
La chica de pelo rojo paseaba por los pasillos sin hacer ruido, sola, con cierto aire melancólico.
<<Seguro que ella si escribe todos los días y además, le da tiempo a leer un montón, leerá más libros que yo>>. Pensaba Sofía.
En la novela una joven se enamoraba de una chica que era capaz de congelar corazones con sus palabras. Era una novela de amor y un personaje estaba inspirado en la chica. Sofía lo que realmente deseaba era trasladar esa historia a la vida real, pero en la vida real no se cumplían sus órdenes, como en el papel. Por ejemplo, en la ficción, la chica de pelo rojo se acercaba a ella al verla leer un libro de Murakami y le decía que era mejor Yoshimoto. En cambio, lo que sucedía en realidad era que la chica de pelo de rojo siempre pasaba de largo, por muchos libros de Murakami que leyese Sofía delante de ella.
A Sofía le gustaba escribir porque sus personajes obedecían sus órdenes, se sometían a su voluntad. Al escribir, ella, que era otro personaje, se sometía también a su voluntad, como cuando hipnotizas a alguien y le mandas ladrar y ladra, ella al escribir se mandaba hablar con la chica de pelo rojo y lo hacía.
La vida siempre nos da oportunidades, y cómo no, le dio a Sofía la oportunidad de hablar con la chica de pelo rojo. Fue una mañana fría y lluviosa, de esas que es mejor pasar en casa, con un chocolate caliente y un buen libro. Sofía llegaba tarde a clase, iba corriendo con el paraguas, y llegó al semáforo para cruzar el paso de cebra enfrente de la universidad. Allí esperaba a que se pusiese en verde, la chica de pelo rojo. Al verla sin paraguas, Sofía decidió taparla, y ella sonrió. Era una buena oportunidad, así que se animó y le dijo que llegaba tarde porque se había entretenido leyendo a Murakami, se hizo un silencio y Sofía le pregunto qué libro estaba leyendo ella, la chica de pelo rojo frunció el ceño y dijo no suelo leer libros. Entonces, el corazón de Sofía se congeló.
Autora: Naeko
¡Hola! Perdonad pero en mi texto había un par de errores, que ya he corregido, os he mandado el relato corregido, que es el que está en mi blog. ¿Podéis modificar esta entrada? Si no, no pasa nada…. Siento las molestias.
ResponderEliminarHe dejado este mismo comentario en el blog de Inkties, siento si soy pesada :(
Gracias por todo. Ahora leo todos los relatos, qué guay.
Un saludo;)
¡Hola! Ya está corregido ^^ Gracias por enviarnos el texto correcto. ¡Un besazooo!
Eliminar¡Hola! Preciosos relatos de este mes. Me pasaré a curiosear un poco más en los blogs de los autores.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Muy buenos relatos :D Lástima que no llegué, espero ver cuál proponen para este mes.
ResponderEliminar¡Besos!