La primera vez que mi mirada se cruzó con la tuya supe a ciencia cierta que nada volvería a ser como antes. Lo que no pude imaginar entonces fue que serías la bala que alcanzaría mi cuerpo. Y en ese momento, el azar o el destino lanzaron sus cartas. Las cartas que cortarían, o no, el hilo que separa la vida y la muerte.
En las películas,
los personajes siempre se fijan en si hay orificio de salida tras un disparo. Lo
cual puede ser bueno o malo, es relativo. En mi caso, la bala se quedó en mi
interior. Aparentemente, no dañó ningún órgano vital ni ninguna arteria. Aparentemente
podría vivir con normalidad. Pero yo sabía que no iba a ser así.
Eres la bala que
me atravesó pero no encontró la salida. Eres la bala que arde bajo mi piel. Eres
la bala que definió el concepto de dolor. Eres la bala que entró, no salió, y aún así se marchó.
Así que ahora me
encuentro en el filo de ese hilo del destino. Sin punto de partida ni de
retorno. En un lugar en el que se ha parado el tiempo y no hay espacio. Viviendo
a control remoto. Y así seguiré hasta que encuentre la valentía de extraer esa
bala alojada a milímetros del corazón.
Quizás mañana. Quizás
en un rato. Quizás por mí.
¡QUE HERMOSO! Felicidades, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos.
¡Muchísimas gracias por leerme! :D
EliminarEs muy bonito y profundo y me ha gustado mucho y además decirte que me he unido a la iniciativa CDC , te dejo mi blog a continuación por si quieres echarle un vistazo
ResponderEliminarhttps://whiteandblackwings.blogspot.com/
Nos leemos!!
¡Muchas gracias!
EliminarAhora mismo me paso :)
¡Nos leemos!