JUEGO DE CARTAS

 


Puso las cartas sobre la mesa. Como en cualquier juego, estaban divididas por colores según la categoría: personas, objetos, lugares, olores, sabores… Y meditó. 

Vio que muchas cartas tenían la capacidad de robarle sonrisas. Hasta algunas unas cuantas carcajadas. La sonrisa social, que llaman. Pero solo unas pocas le hacían sonreír con los ojos. Y aquello no significaba que las primeras fueran peor. Solo que no eran para él. 

Así que se quedó con esas cartas estelares. Esas que no cambiaría por nada del mundo en ese momento. Eligió. Y esa elección le hizo sonreír más. 

Tuvo el derecho de hacer los cambios oportunos para evolucionar.

Sin disculpas.

No fue hipocresía. 

El mundo cambia a cada segundo. 

Es el paso del tiempo.

Y él decidió regalar su tiempo a aquello que le permitiese alcanzar esas sonrisas estelares. 


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