RETO LITERUP #2 | ESPERANDO MI REGALO




Reto literup: 52 retos de escritura para 2020.
Reto 2: Escribe un relato que ocurra el día de Reyes.

Unos pequeños ojos se abrieron de pronto y una sonrisa iluminó toda la habitación. El colchón y la almohada volaron cuando salió de la cama con entusiasmo y se puso las zapatillas lo más rápido que pudo. Abrió la puerta de su cuarto y se asomó con aire travieso. Aun era temprano. No se escuchaba absolutamente nada, tan solo un crujido de madera bajo sus pies. Un gesto de desaprobación apareció en su rostro debido a tal estridencia, y procuró que no se repitiera. No quería por nada del mundo ser descubierta.
Comenzó a recorrer el largo pasillo de puntillas, intentando no perder el equilibrio apoyándose en la pared. La habitación de sus padres parecía vacía. Siguió su recorrido hasta el salón. Su corazón latía con fuerza. Se encontró con la mirada sorprendida de su padre.
—Pero, ¿se puede saber qué haces despierta tan temprano?
—Quiero mi regalo —expuso sin miramientos.
—Están todos bajo el árbol.
La pequeña miró los pequeños paquetes envueltos y con el corazón encogido y un hilo de voz, dijo:
—No. Quiero mi regalo. Lo prometiste.
El padre sintió un gran orgullo. Muchos otros niños no hubieran perdido el tiempo para encararse con el papel de regalo.
—Antes habría que desayunar, ¿no crees?
La niña intuyó que algo iba mal. Que quizás su regalo no hubiera llegado a tiempo. Su semblante cambió por completo y sus ojos se cristalizaron. El padre, entonces, decidió terminar con aquella tortura y le susurró al oído:
—En la cocina te están esperando tus galletas favoritas y la persona que más te quiere en este mundo.
Al oír aquello, la pequeña miró a su padre y una gran carcajada salió de sus pequeños labios. Corrió a la estancia de la casa de la que provenía un intenso olor a chocolate y allí estaba ella. La persona que más la quería en el mundo.
Su madre se agachó al verla y abrió los brazos que acogieron a su pequeña. Tan solo dos veces al año podía disfrutar de aquellos momentos en familia.
—Mamá tiene algo que decirte —dijo su padre. 
La mujer, aún sentada en el suelo, miró a la niña y después de darle un beso en las manos pronunció la promesa que había estado esperando realizar durante tanto tiempo:
—Ya no volveré a dejaros solos.
Y ese fue el mejor regalo. El mejor regalo cada día desde entonces.

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