Cuando caí tanto y tan profundo; cuando fui más pequeña que una
hormiga y pasaba desapercibida; cuando gritaba y solo escuchaba el llanto de mi
propio eco; cuando mi corazón se helaba por el frío de la escarcha de mi mirada
y sucumbí en mi propio caos… lo sentí. Una suave caricia de lo que al principio
me pareció un aleteo de mariposa. Un ser pequeño y esperanzador que me alzaría
de nuevo. Que me salvaría. Pero no era nadie. Fue la caricia de mi propio
cabello cuando lancé un resoplido cansada de esperar(me). Así fue como me
convertí en jinete y en caballo. Así fue como galopé de nuevo y enfrenté a mis
espectros, esos que dejé allí abajo. Así fue como volví al ruedo.
martes, 11 de junio de 2019
¡Buenos días Sara!
ResponderEliminarHe visto anunciado tu post y me moría de ganas de leerte. Que bonito escribes... Las mariposas nos llaman, ya lo creo ;)
Un besazo.
Muchas gracias, Clara.
EliminarAhora me paso por el tuyo bonita, que ya va siendo año.
¡Un besazo!
Precioso micro. Felicidades y que siempre esté esa fuerza. Me encanta la frase "caballo y jinete". Un placer pasar a leer.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Cyn. Si tuviera que quedarme con una frase del relato, también sería esa :)
Eliminar¡Nos leemos!❤️
Muy hermosa tu manera de escribir. Me han encantado varias de las frases, como ser caballo y jinete (como dijo una también arriba) o la escarcha de mi mirada. Muy bonito.
ResponderEliminarUn saludo.
Mil gracias por pasarte, Clem ^^
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