Respiraciones
entrecortadas. Suaves gemidos. Caricias furtivas. Miradas ardientes… Valeria
subió las escaleras, temerosa. Los sonidos provenían de su habitación. Abrió la
puerta, sin hacer ruido, tomó aire y se asomó lentamente. Marissa Lo Greco,
sudorosa, estaba acompañada de un hombre. Ambos tendidos en su cama,
disfrutando de aquel arrebato de pasión entre amantes. Valeria se horrorizó
ante aquel espectáculo que estaba teniendo lugar en su propio cuarto. La mujer
estaba a horcajadas encima de aquel hombre. De repente, la miró y Valeria se
quedó petrificada. Marissa gritó y buscó las sábanas para cubrir su cuerpo
desnudo. Entonces, aquel hombre se giró hacia la puerta. Sus ojos verdes se
clavaron en los de Valeria. “Valeria” – la nombró. Y comenzó a desaparecer.
“Valeria”… Y, de pronto, despertó. Sobresaltada comenzó a buscar con urgencia a
Marissa o a aquel hombre en su habitación. Pero no encontró a nadie. Había sido
tan solo una pesadilla. Aún tenía la respiración acelerada y procuró calmarse
un poco.
No
estaba acostumbrada a tales escándalos, pensó. Respiró profundamente un par de
veces y volvió a tumbarse en la cama. Sin embargo, las imágenes de su sueño se
habían grabado en su cabeza y, junto a las palabras que anoche le había contado
Bianca, no podría dormir. Dio gracias de que ya hubiese amanecido además,
podría aprovechar el madrugón para leer algún libro.
Por la
tarde, volvió a prepararse con ayuda de su madre y las doncellas. El segundo
vestido hacía juego con sus ojos. Un azul claro brillante, junto con unos
guantes largos del mismo tono. Añadió una gargantilla de plata y le hicieron un
semi recogido. Durante el día no había vuelto a pensar en aquella pesadilla,
pues estaba muy ocupada preparándolo todo para esa noche. No entraba en sus
competencias, para eso estaba el servicio, pero siempre le había gustado ayudar
con la decoración del salón.
Por la
noche, volvieron a llegar invitados. Los Scarlatti volvieron a sorprender a
todos los presentes, con sus piruetas, giros y danzas. Tras la apertura, Bianca
y Valeria comenzaron a bailar juntas, divertidas. Después de casi una hora
bailando sin parar, decidieron ir a por algo de beber. Se sirvieron ponche. A
Valeria no le gustaba demasiado, pero sus padres le habían repetido una y otra
vez que en ese tipo de eventos debía tomar bebidas sofisticadas, sin ser
alcohólicas en exceso, las cuales se reservaban para los nobles varones que sí
podían apreciar su gran valor.
Isabella,
una amiga de las chicas, le dijo a Bianca que un noble inglés había estado
preguntando por ella. La joven, entusiasmada, se retiró al baño para retocarse.
Mientras, Valeria buscó a su hermano. Llevaba horas sin verle. Salió al gran
balcón y reparó en que estaba hablando con un caballero de alta alcurnia,
probablemente de temas de finanzas. Esperaría a que terminasen de hablar. Fue a
sentarse en uno de los bancos cuando vio a lo lejos a Beatrix hablando con
Silvio Lo Greco.
Parecían
muy cómplices. Valeria sabía que no era propio de una buena dama espiar, pero
no pudo evitarlo. Bajó las escaleras que conectaban el gran balcón con el
jardín y se fue acercando a ellos, escondiéndose tras los matorrales hasta
alcanzar una distancia que la permitía escuchar la conversación.
-Será la ópera del
momento. Estoy seguro de que no has visto jamás nada igual. Es una obra
magnífica. –
Silvio parecía totalmente entusiasmado – Al
principio me negué a consentir que se diese a conocer una pieza de temática tan
vanguardista, así que les exigí que me hiciesen una representación privada.
Tras esta, tuve que acceder. ¡Es sencillamente cautivadora! – afirmó, rotundo.
“Es
cierto, no me acordaba de que una parte del patrimonio de los Lo Greco residía
en la ópera de la ciudad”, pensó Valeria.
-¿Y de verdad crees que
podré actuar en ella? –
preguntó Beatrix.
-Por mi parte no hay
ningún problema. Solo tendría que mover algunos hilos. Tan solo tendríamos que
convencer a tu padre.
-Eso va a ser
complicado… - dijo
Beatrix, cabizbaja.
-No importa, lucharemos
por tu sueño. En cuanto tu padre escuche tu maravillosa voz, seguro que lo
entenderá y serás pronto una estrella.
-Eso espero – dijo ella – Bueno, aún no me has contado qué ha
ocurrido con esa tal… Giovana… - apuntó con picardía.
-Bueno, ya sabes… Nos
estamos conociendo. Es una joven encantadora, extremadamente hermosa… pero aún
no sé cómo acercarme a ella.
-De eso me encargo yo,
ya sabes que es muy amiga de mi familia…
Valeria
suspiró agradecida. Parecían dos amigos hablando de sus cosas. Puede que a ojos
de la nobleza no estuviese bien visto que dos jóvenes entablasen una amistad,
pero Valeria no veía nada de malo en ello. Además, parecía que Silvio estaba
interesado en otra chica. Valeria se tranquilizó y dejando a un lado el
cotilleo por aquella misteriosa muchacha que había robado el corazón al Lo
Greco, volvió a hurtadillas a la fiesta.
Subió
las escaleras y se dispuso a encontrar a Bianca entre tanta multitud. Un
hombre, que parecía haber bebido demasiado, empujó a Valeria sin querer y la
hizo perder el equilibrio. Pero, antes de que cayese al suelo, alguien la
sujetó por la cintura. Valeria se dio la vuelta para agradecer ese cordial
gesto y se encontró con unos ojos verdes intensos tras una máscara negra, que
la cautivaron y, además, le resultaron familiares.
-G-g-gracias… -
logró decir.
-De nada.
El
joven le dedicó una amplia sonrisa y, con una leve reverencia de cabeza, se dio
la vuelta y siguió hablando con otros dos muchachos. Valeria le observó, era
alto y corpulento. Tenía el pelo liso y castaño. Algunos mechones le caían
sobre la frente. Su voz era grave pero melodiosa. Sin embargo, por sus ropas
pudo percatarse de que no era miembro de la corte, sino un ciudadano.
Sus ojos le resultaban
familiares, aunque no sabía por qué. Nunca había tenido trato con ninguna
persona no aristócrata, excepto sus doncellas, claro. Algo nuevo despertó en
ella. Sintió un hormigueo en las puntas de los dedos y su corazón palpitó con
fuerza hasta que Bianca la sorprendió por detrás, gritándole que había estado
hablando con Julian, el noble inglés. La arrastró por todo el salón con el fin
de presentarles. No se volvió a encontrar aquella noche con esos ojos verdes de
nuevo. Sin embargo, no dejó de sentirse observada por otro hombre…
No hay comentarios