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París, año
1852.
Un carruaje
impulsado por caballos negros recorre la orilla del Sena. Las calles desiertas
despiertan a su paso. Los cascos de los veloces animales hacen eco en cada
callejón, al igual que sus salvajes relinchos. Sin embargo, a pesar del gran
estruendo, no ralentizan su paso. Galopan firmes hacia su destino.
Se detienen
al llegar a Notre Dame. Sus musculosas patas delanteras dan coces al suelo, y
lo hacen temblar. La puerta del vehículo se abre lentamente y deja salir una
sombra. La capa que porta se ondea con cada elegante movimiento y al llegar a
la puerta de la catedral alza una mano, cubierta por un guante de seda negro,
hacia la aldaba. Tres golpes secos, el portón se abre y la sombra se sumerge en
una intensa oscuridad.
Un
escalofriante rugido resurge del interior de aquella gran edificación
desencadenando, posteriormente, miles más.
***
París, año
2015. Sede central del periódico “Le Monde”. 9 p.m.
Alizée había
comenzado a trabajar en el prestigioso diario tras terminar sus estudios de
periodismo meses atrás. Trabajaba de becaria en el departamento de archivo y
documentación. Su sueño era escribir columnas y dejar huella, aunque al
parecer, iba a tardar bastante en conseguir el puesto que ella quería.
Un lunes
cualquiera, de una de sus triviales y rutinarias semanas, se encontraba
clasificando números de ejemplares antiguos y, encontró uno bastante
deteriorado. Se fijó en la portada y leyó un extraño titular:
“El peligro
acecha bajo el son de Notre Dame”.
Al parecer, años atrás la sociedad
parisina había sido presa de la superstición. En la noticia se hablaba de
cientos de muertes que habían manchado de sangre las calles de la gran ciudad y
todas ellas parecían estar conectadas por algún ser maligno o paranormal…
-Lo que me
faltaba por leer hoy… ¿Qué clase de periodistas trabajaban aquí? Ahora
resulta que los asesinos en serie son seres paranormales… Puede que sí vivan en
un mundo paranormal y paralelo pero, en fin, lo que tiene que leer una…
- ¿No
cree en el demonio señorita Brune?
El susurro
de esas palabras en su oído la hizo dar un brinco. Al darse la vuelta se
encontró con un hombre que no había visto nunca antes. Era alto y corpulento,
con una piel extremadamente blanquecina. Tenía un largo cabello negro y
brillante recogido en una cola de caballo baja. Sus ropas también eran de color
negro, al igual que sus grandes ojos. Sus facciones eran muy afiladas y su
semblante duro.
-Disculpe el sobresalto, estaba buscando al subdirector, pero creo que me he
perdido.
-No se preocupe – contestó Alizée, algo sobresaltada aún – Última
planta. Allí sabrán indicarle.
-Muchas gracias, señorita.
El hombre
misterioso inclinó la cabeza y se dio la vuelta con la intención de dejar la
sala.
-Y mi respuesta es no. – Él se paró
en seco – No creo en el demonio.
El individuo
se giró levemente hacia ella y antes de salir de la estancia con una sonrisa
sentenció:
-Quizás debería, señorita Brune. Quizás debería…
Alizée
volvió a mirar el periódico que tenía en la mano, pero no encontró aquel
espeluznante titular. La noticia que había leído había desaparecido dando lugar
a una nueva referente a un suceso de índole internacional. ¿Qué había sucedido?
¿Dónde estaba la noticia de Notre Dame? ¿Y cómo aquel tipo sabía su apellido?
***
París, año
2015. Campanario de Notre Dame. 2 a.m.
-Esa estúpida muchacha ha estado a punto de descubrirnos.
-Vamos, no creerás que una niña pueda ser una amenaza. Te creía un poco más
inteligente…
- La próxima vez ten más cuidado. Es una orden.
-¿Crees que a estas alturas una amenaza de las tinieblas puede intimidarme?
– rió irónico.
- Quizás sea un momento apropiado para recordarte que tu alma me
pertenece.
- Y quizás sea un momento adecuado para recordarte, mi señor, que
hace siglos que la vendí.
El semblante
de su acompañante le advirtió de que no era conveniente seguir tentando su
suerte.
- Tranquilo – dijo con tono cantarín – la próxima
vez que esa muchacha se inmiscuya en nuestros asuntos no dudaré en hincarle el
diente. Sería un bocado de lo más apetecible.
-¡Deja ya tus estupideces! Esta catedral me pertenece.
Asegúrate de que siga siendo así o desearás en verdad haber vendido tu
miserable alma.
¡Oh, qué interesante! Me ha dejado picada el capítulo. Estaré esperando el siguiente <3
ResponderEliminar¡Un abrazo!