Rebelde.
Indisciplinada. Infantil. Inconformista. Insoportable. Irritante. Insaciable.
Todo
eso la llamaban. Todo eso y más. Palabras vacías que arañaban la superficie de
su piel. Antes, mucho antes, esas palabras causaban su efecto. Pero ya no. Desde
que nació su preciosa hija con los cabellos ensortijados, como los suyos, y la
mirada ávida y traviesa, como la suya, ya no. Desde el momento en que la miró a
los ojos esas palabras vacías e hirientes perdieron todo su peso.
Y,
ahora, ambas las llevan por bandera.
Rebeldes.
Indisciplinadas. Infantiles. Inconformistas. Insoportables. Irritantes.
Insaciables.
Indomables.
Pero
también leales, cultas, educadas, maduras, divertidas, sensatas, apasionadas,
inteligentes…
INDOMABLES.
Las
palabras son solo palabras. Y a las palabras se las lleva el viento. El mismo
viento que hace volar los cabellos rojizos de su hija. El mismo viento que las
impulsa a alcanzar lo imposible. Lo indomable.
Solo palabras, pero tan importantes... Muy bonito tu relato.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita Sara. Nos seguimos leyendo.
Besicos muchos.
¡Muchísimas gracias! ^^
EliminarSeguimos leyéndonos, sí ^^
¡Un besazo!