GOLONDRINA


Sueña con volver allí, a aquel lugar y a aquel instante. Lleva consigo la cesta de mimbre que sigue guardando el olor a salitre para ir recogiendo las estrellas del firmamento. 

Mira el horizonte y puede tocar con la punta de los dedos el aroma de las últimas castañas asadas y cree escuchar el crujir de las hojas caídas en el camino.

Pero al abrir los ojos se descubre en casa. No tiene ni frío ni calor cuando deja caer su cuerpo en el colchón, en ese lugar tan idéntico y distinto. Todo se pierde entre sus cinco sentidos, en su mar de sensaciones.

Cuando se abraza a sí misma siente esa palabra escrita en su costado y solo entonces se siente tranquila. 

Un aleteo en su ventana atrae su atención. Las golondrinas ya han alzado el vuelo. Pero pronto volverán.

 

 

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