RELATO | CAMBIANTE



Los acordes de esa estridente melodía hacían retumbar el suelo bajo mis pies y el olor del alcohol era tan fuerte que casi podías salir sobrio sin beber una sola gota. No sabía muy bien por qué me había aventurado a entrar en ese antro. Quizás por el hecho de no soportar pasar más tiempo en casa.  Los gritos de mi madre, borracha de nuevo, me hacían perder el control. Normalmente aborrecía el alcohol, pero no aquella noche. El camarero me sacó de mis pensamientos cuando colocó dos vasos de chupito en frente de mí.


─Creo que lo necesitas. Y yo también. Invita la casa ─me dijo sonriente ofreciéndome uno y, ¿por qué no?
De un trago noté cómo ardía mi garganta durante unos segundos.
─¿Otro? ─preguntó él.
─Mejor deja la botella.
─Si te emborrachas, ¿cómo piensas volver a casa?
─Esta noche no tengo intención de volver a casa ─le contesté mirándole fijamente a los ojos.
Y con una expresión que no supe interpretar, sacó la botella y la dejó al lado de mi vaso. Durante los minutos, o las horas, que pasé allí noté que aquél chico no dejaba de mirarme, como si estuviera analizando cada uno de mis movimientos. Incluso cuando las imágenes ante mí se iban volviendo borrosas lo percibía. Y por esa noche me sentí alagada. La gente se fue retirando del local y el camarero volvió a acercarse a mí.
─Vamos a cerrar. Si no quieres volver a tu casa, podemos ir a dar una vuelta, si te parece bien. Así te despejarías, no tienes muy buena cara.
─Essshtá biennn ─contesté sin pensar. No quería pensar.
Le esperé mientras terminaba de hacer… lo que tuviera que hacer, la verdad no estuve muy atenta. Mi cabeza me daba vueltas.
─Vamos ─dijo una voz y sentí una mano en mi espalda, acompañándome a la salida.
El frío de la noche impactó contra mis pulmones cuando crucé la puerta. Pero he de decir que no me vino nada mal. Sentí un gran alivio poder respirar aire fresco.
─Vamos al parque. ¿Te parece? ─preguntó.
Y yo asentí. Un desconocido se estaba portando bien conmigo. Aunque mi mente comenzó a despertar y me cuestioné lo que estaba haciendo. No podía fiarme de un desconocido. Seguramente esté buscando sexo detrás de un matorral… Y quizás yo también estaba buscando lo mismo…
Llegamos al parque y nos adentramos entre los árboles. Le veía caminar decidido aunque sin ninguna expresión en su rostro. Y, de repente, se paró. Yo le miré y no me disgustó lo que vi. Era alto y musculoso. Sería una noche distinta… Yo sería una persona distinta con una vida distinta.
Le miré a los ojos pero no era la mirada del bar. Esos ojos eran tan negros que no podía distinguir en ellos la pupila. Y se percató de mi confusión porque sonrió.
─Es la luna llena. Me da mucha hambre ─dijo con una voz gutural.
Entonces recordé las leyendas urbanas que me habían contado sobre los cambiantes y el corazón se me paró en seco. Aquél chico rió y ante mis ojos le brotó un pelaje negro por todo el cuerpo, garras de las manos y pies y una mandíbula llena de colmillos. Una pantera gruñó ante mí y mi voz me abandonó. Y el mundo se volvió negro. Negro como el pelaje y los ojos vacíos de aquél cambiante. 

Imagen de Google


7 comentarios

  1. Ostras, ayssss que te gusta el miedooooo. Muy buena entrada
    un bes💕
    cdc

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    1. Sí jaja ha sido un mes temático debido a la noche de Halloween ^^
      ¡Un besazo!

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  2. Hola!!!
    Ay y pq estaba bebiendo, que le habrá ocurrido?? Y la pantera se la comió??? Jejeje…Muy buen relato.
    Otro Romance Más
    CDC

    Soy también integrante de la iniciativa Cadena de Comentarios

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    1. ¡Hola!
      Sí, la pantera se la comió jaja
      ¡Muchas gracias!
      ¡Un beso!

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  3. Buena historia sin duda. Me parece que está muy bien desarrollada. Creo que hay un par de erratas o dedazos, pero me ha gustado mucho.
    Un abrazo.

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