CONEXIÓN DEFICIENTE

 


Conectar.

Hoy día eso parece una utopía. 

Se abre un abismo entre dos personas y se llena de ruido, de palabras sin sentido, de luces de neón, de sueños, de expectativas y de miedos.

Cuanto menos esperas, más se gana, si tenía que ser esa persona. Pero nos hemos acostumbrado a perder. Por miedo del llegar a ser. Porque los sueños van de la mano de los monstruos.


Cuando A mira a B, A solo se ve reflejado. Como si B fuese un espejo. Como si B dejara de importar por lo que es y se quedase en lo que podría ser. A solo ve aquello que desea ver. Y esa conexión que parecía a punto de alcanzar se desvanece. Porque no hay espacio en ese torbellino de deseos para el abrazo, la caricia, la mirada. El silencio. A mira a B y no es capaz de leer su mente, de leer la historia narrada en sus pupilas, de comprender los pasos que da, de salir a bailar. Habla demasiado y calla aún más. 


Hay tal nubarrón en su mente que le ciega. Que no le deja sentir. Conectar. 

Es incapaz de ver más allá de lo que tiene delante. 

Arrastra su lista de instrucciones, pero cada corazón es diferente, cada uno tiene un recorrido distinto y ya no queda paciencia para aguardar.

Es como ver los fuegos artificiales sin quedarse a la traca final. 

Para conectar hay que escuchar mucho, mirar mucho y la gente solo sabe hablar. 


Pero hablar sin exponerse. Hablar sin narrar. Hablar de nada demasiado trascendental. 


Para conectar hay que zambullirse, nadar y beberse el otro mar. Sentir su brisa, recoger sus conchas, conocer los tesoros que guarda. Comprender sus tsunamis, alimentar a sus gaviotas y escuchar a sus sirenas. Ahogarse en su inmensidad confiando en que regresará.  Ver cómo se refleja en sus aguas la luz de la luna y del amanecer. Cómo acoge a todos los seres que habitan en él. Cómo es faro. Cómo navega, cómo rompe en las olas, cómo flota.  Cómo acaricia la arena antes de entregarse. Cómo colecciona piedras, afila sus acantilados y sopla sus barcos de papel.  

Esos que llevan escritos los sueños que jamás conocerá de él.


Solo navegará en el charco para después volver a zarpar lejos. 

Lejos del "me quedé en tu superficie, ya si eso hablamos luego".  


No hay comentarios