Reto literup: 52 retos de escritura para 2020.
Reto 15: Tu protagonista es una guerrera entrenada desde pequeña, pero ha descubierto que quiere cambiar de vida.
Había liderado infinitas batallas y de la mayoría había salido victoriosa. Siempre había regresado a su pueblo con un ejército que la llenaba de orgullo, recibiendo los vítores de los que esperaban con ansia su retorno. Habían sido muy buenos años. Toda una vida empuñando el acero y sosteniendo los firmes golpes del adversario. Así la habían enseñado a vivir, a resistir ignorando la fatiga, el dolor y el remordimiento, porque siempre había algo que no salía según lo planeado. Escuchaba los lamentos de los cientos de almas que lloraban sus pérdidas y esa era la batalla más ardua a la que se enfrentaba cada noche, aunque hubiera sido entrenada para actuar a sangre fría. Cada gota de sangre derramada narraba una historia que terminaba consumiéndose en cenizas. Siempre había encontrado una razón para desenvainar la espada, pero al finalizar cada combate despertaba del sueño al encontrarse rodeada de cadáveres y era en ese instante en el que no hallaba una causa justa. Su primer maestro, quien entonces hacía compañía a sus ancestros, siempre la obligó a mirar con otros ojos, a cuestionárselo todo, a observar cada escenario. A escuchar las súplicas. A sentir. Guardaba todas sus lecciones en la antesala de su memoria y en lo más profundo de su pecho. Cualquier movimiento debía tener un sentido. El resto de los mentores que había tenido habían sido máquinas de matar, impasibles y obtusos, aunque también había aprendido grandes disciplinas gracias a ellos. Pero la voz del primero siempre moldeaba su camino por intermedio del ronroneo del viento. A pesar de todo siempre había encontrado un equilibrio, sin embargo, con la llegada del nuevo Rey y la abolición de las leyes en las que siempre había creído, se enfrentó a ese gran debate interior que se abría paso hasta el cielo. Tuvo que tomar una decisión y eligió dejar de ser el verdugo de un rey corrupto y déspota para comenzar a ser la guerrera de su propia vida. Arrojaría el látigo de la sinrazón al foso en el que aguardaban aquel ser despreciable y todos los que por miedo se unieron a él. Esta vez comenzaría a escribir su propia vida, sin estar al servicio de nadie. Nadie merecía su vida. Nadie más que ella. Su mentor la miraría con orgullo cuando volvieran a encontrarse en los siguientes mundos y ella sentiría su propia honra cada vez que se cruzase con la mirada de su reflejo.
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