GRITO DE GUERRERA

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Desde aquella posición todo parecía muy pequeño. El tiempo transcurría con una lentitud asfixiante, y a su vez con una rapidez abrumadora. El hambre me aturdía, el polvo me inundaba los pulmones y el corazón me bombeaba con fuerza.

Sentía el nerviosismo de mi caballo. Yo procuraba tranquilizarlo, pese a saber que lo que estaba intentando era serenarme a mí misma. ¿Cuándo se torció tanto todo?

Recordaba imágenes de cuando era niña. Simulando las grandes batallas que los grandes hombres habían librado tiempo atrás. Siempre quise convertirme en caballero. Y ahora, observando al enemigo corriendo hacia nosotros quizás… El miedo se apoderó de mí. El dolor me oprimía el pecho. Me paralizó.

En ese momento nuestro Rey alzó su voz. Pronunció palabras que recordaré toda la vida. Palabras que aplastaron a los demonios. Palabras que nos hicieron fuertes, valientes. Palabras que se grabaron a fuego en nuestra piel y en mi mente.

Era un gran Rey. Un ejemplo, una honra. Encabezando la lucha con una sonrisa y la mirada cargada de orgullo y esperanza. Lucharía por él y por la libertad de mi pueblo. Me uní a los cánticos, desgarrándome la garganta en cada grito.

Un grito de libertad.

El grito de una guerrera.

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