─¿Por
qué lleva calcetines esa mosca? ─preguntó Pipa, consternada.
─¡Qué
cosa más rara! ─exclamó Julián. Y antes de que pudiera reaccionar, Pipa salió
corriendo hacia el insecto, que volaba alrededor de uno de los árboles del
parque.
─Disculpe,
señora mosca ─dijo Pipa. Pero la mosca siguió dando vueltas. ─Disculpe… ─volvió
a insistir. Aunque el animal hizo caso omiso.
─¡DISCULPE!
─gritó Julián, que ya había llegado junto a su hermana.
En
ese momento la mosca paró en seco y se percató de que dos niños la estaban
mirando.
─¿Me
habláis a mí? ─contestó la mosca, con una voz muy aguda.
─Pues
claro, ¿a quién si no? ─dijo Julián molesto.
─Sepan
ustedes que deben gritar cuando quieran hablarle a una mosca. Son ustedes tan
grandes que no escuchamos lo que hablan, a no ser que nos griten…
─¿No
sería al revés? ─preguntó extrañado Julián.
─Disculpe,
señora mosca… ─inició Pipa, sin prestar atención a su hermano.
─¿Cómo
señora? Jovencita, en todo caso señor.
─¿Señor?
─Sí,
señor. No me ofenda usted. Hágame el favor.
─Está
bien… Pues… Disculpe, señor… ¿mosca?
─Eso
está mejor ─puntualizó la mosca, quien cambió la cara y voló hasta posarse en
una rama baja del árbol. ─ ¿Y bien?
─Queríamos
preguntarle ¿cómo es que lleva usted calcetines?
La
mosca en ese instante se quedó perpleja. Se miró las patas y después los pies
de los niños.
─¿Cómo
que por qué llevo calcetines? ¿Acaso ustedes no llevan calcetines?
─¡Claro
que nosotros llevamos calcetines! ¡Somos niños!
─Y
yo soy mosca.
─Pero
las moscas no llevan calcetines ─aclaró Julián.
─Entonces
los niños tampoco ─sentenció.
─Veamos…
Creo que no nos está entendiendo…
─Les
entiendo perfectamente, jovencita.
─Jamás
hemos visto moscas con calcetines ─dijo Julián encogiéndose de hombros.
─¿Han
mirado ustedes bien? ─preguntó la mosca.
─Pues
claro ─dijo Pipa.
─Yo
tampoco he visto jamás a niños con calcetines.
─Nosotros
llevamos calcetines ─señaló Julián a sus pies.
─Son
los primeros seres humanos que veo con calcetines, me temo.
─Pero
si los lleva todo el mundo… Estamos en otoño… Fíjese en aquellos señores.
Llevan calcetines ─dijo Pipa, señalando a un grupo de hombres que cruzaban el
parque, y les miraban extrañados, pues los dos niños parecían estarle gritando
a la nada.
─No
veo que lleven calcetines, señorita. Nosotras las moscas los llevamos por el frío.
─¡Que
sí! ¡Mírelo! ¡Mire esa niña! ¡Lleva calcetines verdes! ─gritó Pipa, de lo más
irritada.
─¿Está
usted bien? Quizás deberían ir a un médico para humanos.
─Igual
debería ser usted el que fuese a un médico para moscas. ¡O mejor! A un oculista
para moscas. Quizás tenga miopía… ─propuso Julián.
─Mío…¿qué?
─Miopía
─dijeron los hermanos al unísono.
─Yo
no tengo… eso que dicen ustedes.
─Quizás
no tienen especialistas. ¿Cuántos ojos tiene usted? Tal vez en alguno de ellos
tenga miopía. ¿Usted ve borroso? Porque eso podría ser…
─Escúchenme,
no sé de qué diablos me están hablando. Me están haciendo ustedes perder el
tiempo.
─Pero
si estaba dando vueltas a un árbol.
─Claro,
es mi tarea fitness número tres de hoy. Y eso, ya es estar haciendo algo.
─¿Las
moscas hacéis fitness?
─Claro,
como cualquier humano y cualquier especie.
─¿Y
cuál ha sido la segunda tarea de hoy?
─Lavarme
los dientes, por supuesto.
─¿Los
dientes? ─preguntaron con los ojos como platos.
─En
efecto. ¡Uso un dentífrico estupendo! Me queda una sonrisa espectacular. Lo que
me lleva a mi séptima tarea del día. Me han invitado a la grabación de un
anuncio. Tengo que estar en el plató en dos horas.
─¿Un
anuncio?
─Ahá.
Un equipo de humanos van a grabar un anuncio y yo tengo que estar dando
vueltas. Debo estar espectacular. ¡Mi madre va a verme en la televisión!
¡Está tan orgullosa! ─dijo la mosca, dando una pirueta en el aire de la
emoción. ─Así que, si no tienen más que preguntarme, les invito a que vean el
anuncio. Yo me tengo que ir ─dijo mirando su reloj.
─¿Las
moscas lleváis reloj?
─Pues
claro, los humanos también. No sé a qué se deben esas extrañezas.
─Antes
de irse, díganos por lo menos quién le ha hecho esos calcetines.
─Las
hormigas, por supuesto. ¡Hasta la vista, jóvenes extraños! ¡Voy a salir en la
televisión!
Y
mientras se iba volando y silbando (¿las moscas silban?) se dieron cuenta de
que todo el parque les estaba mirando, pasmados.
─Quizás
deberíamos irnos ─puntualizó Pipa susurrando mientras tiraba de la camiseta de
su hermano.
─Sí,
quizás deberíamos ir al médico.
─O
al oculista…
Y
tras aquel encuentro con la mosca, aprendieron una gran lección: las moscas
llevan calcetines y salen en la televisión.
¿Qué
no os lo creéis? Preguntádselo a alguna mosca.
hahahah me ha encantado, hacía tiempo que no leía un relato tan chulo, he terminado haciendo las paces con la mosca que está revolotenadome todo el rato por aquí. Vo ya fijarme bien a ver si veo de que color lleva los calcetines.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! jaja
EliminarSí, yo también las estoy empezando a mirar con otros ojos jaja
Ya me dirás de qué color los tiene ;P
¡Un besazo!