TU ESTELA

Después de todo este tiempo vuelves como un fantasma del pasado, cuando el mundo está en punto muerto. No te paras a pensar que para mí ese saludo es un tornado, pero puede que toda esta situación me esté ablandando. Vuelves sin nada que decir, como si quisieras tantear el terreno que un día dejaste. Como si pudieras borrar estos años con una sonrisa. Como si pudiera olvidar tu cobardía. Vuelves por culpa o añoranza, pero ya no habrá más momentos. Todo terminó con un paseo sobre dos ruedas y con la estela que dejaste al marchar. Y entonces no lo sabía. Simplemente acabó con un grito que se quedó suspendido en el aire cuando decidiste cuál era tu prioridad. Pero no entendías que no tenías que escoger. Que siempre hay sitio para todo. Aunque ya no lo hay para ti. 

Te esperé, aunque dejaste pasar demasiadas oportunidades. Desoí las advertencias, pero yo creía en ti. Creí que eras de los buenos. Ellos tuvieron razón y yo estaba equivocada.

Después de ti algo cambió. Ahora me cuesta apostar por los que son como tú. Por esos que llegan con intención de quedarse porque igual vienen con una bandera bajo el brazo. Poca fe me queda en la voluntad de ese cometido. Quizás nunca me engañaste. Quizás yo estaba ciega y no quise ver que ante la negativa terminarías corriendo en dirección opuesta y con el rabo entre las piernas. Quizás solo me resistía a reconocer la miseria que arrastran ciertas decisiones. Ya no importa. 

Lo que más me dolió tras tu marcha fue esa parte de mí que te llevaste contigo. Hace años que procuro construirla de nuevo y por eso espero que entiendas que ya no puedes contar conmigo.